jueves, 1 de diciembre de 2011

Chapitre 01



No recuerdo como he llegado aquí, solo tengo dos recuerdos anteriores: el primero, es un intenso dolor en el ojo izquierdo, como un pinchazo que me atravesaba todo el ojo y me perforaba el cerebro. Después de eso todo esta borroso y no recuerdo nada. Lo siguiente  es estar lleno de sangre y que todo a mi alrededor estar salpicado y tintado de ese tonalidad roja.

La gente apareció alrededor mía y lo único que recuerdo es que todo gritaron "demonio" señalándome y luego me golpearon con todo lo que tuvieron a mano. Lo último que recuerdo es un intenso dolor en el ojo, muy diferente al otro.



Me acababa de despertar,el suelo estaba helado, quería levantarme, pero no podía, me dolía todo el cuerpo.

Intenté abrir los ojos, pero no podía abrir el izquierdo. Además me dolía muchísimo, me ardía.

Me toqué el parpado y descubrí que alguien me había cosido el parpado del ojo.

Proferí un grito.

Me puse en pie como pude. Cada movimiento era una tortura. Me dolían hasta los huesos. Me miré los brazos y el pecho y vi los numerosos moratones y heridas que aún no habían coagulado y seguián sangrando.

La sala era redonda,no tenía nada salvo un cubo con agua, un montón de paja y una puerta de madera.

Bebí agua y en el turbio reflejo que ví en el agua que no se detiene veo mi cara toda amoratada e hinchada, mi pelo, sin saber porque había abandonado su tono negro para tomar otro más grisáceo y mi ojo izquierdo estaba rodeado de sangre seca que había salido de las heridas hechas por alguna aguja que había atravesado mi piel.


No sabía quién me había hecho lo del ojo, pero juré que me las pagaría, no podía soportar todo el dolor que estaba pasando.... Lo pagaría, pero lo primero era salir de allí.

Bebí un poco más y luego cogí el cubo de agua y me lo eché por encima. El contacto con el frío líquido le sentó bien a mi dolorido cuerpo.

Me acerqué cojeando lentamente a la puerta. Le dí un leve empujón esperando que esta no se moviera ni un ápice, y así fue. Caí al suelo rendido por dolor que atravesaba cada parte de mi cuerpo y me agotaba sobremanera. Me arrastré hasta la puerta y le dí un débil puñetazo. Nada. Si quería hacerle algo a la puerta debería de darle más fuerte de lo que era capaz en esos momentos, pero por el estado de las heridas, puede que nunca pudiera recuperarme lo suficiente.

No se cuanto tiempo pasó, pero no fue poco, creo que hasta me dormí, pero el sonido de un chasquido metálico, el sonido de algo que se abría, un mecanismo que se desbloqueaba me despertó.

Estaba desorientado, pero tenía claro que el sonido venía de la puerta.

Me levanté y empujé nuevamente la puerta, que esta vez cedió con un fuerte chirrido. Salí de la habitación y me encontré con unas escaleras circulares de piedra que bajaban.

Bajé lentamente los escalones, apoyándome en la pared con una mano y tapándome la herida del costado con la mano para evitar perder demasiada sangre. Me pareció ver a alguien al final de las escaleras. Aceleré el paso todo lo que mi cuerpo me permitió, pero cuando llegué no había nadie. Solo un arco que daba pasó a una sala que hizo que se me revolviesen las tripas.

Era una sala de tortura, había diferentes armas de tortura que no había visto antes, pero no me hacía falta conocerlas para saber como funcionarían, guillotinas llenas de sangre seca, mesa con herramientas a medio limpiar de sangre y una mesa con grilletes. Esta mesa tenía tallado una especie de circulo con una estrella de cinco puntas dentro de él. Tanto la mesa como algunas paredes y parte de suelo aún tenía sangre que estaba coagulándose.

De repente, me vino a la mente un breve recuerdo en el que veo como alguien se me acerca a la cara con una aguja y un hilo, el cual me provocó un fuerte dolor de cabeza y tuve que sentarme y tomar aire. Cuando este se me pasó me puse en pie rápidamente, no quería pasar mucho más tiempo en esa sala, no me gustaba nada. Busqué una salida y vi una puerta, y nuevamente me parece ver a alguien. Corrí en su búsqueda, pero nuevamente no había nadie.

Solo quedaba ante mí una escalera igual a la anterior. La bajé lentamente y al final de una larga escalinata había una pequeña estancia con una puerta y dos antorchas encendidas.

Empujé la puerta. Solo había abierto una pequeña rendija que dejaba entra por una clara luz, y ya me deslumbraba y no era capaz de ver nada. Cerré de nuevo cegado totalmente. No sabía cuanto tiempo ha pasado desde que estaba encerrado, ni sabía si han pasado un día, dos o simplemente solo una noche.

Empujo de nuevo la puerta y la abro completamente, me ciega aún más toda la claridad que entra por ella, pero no quería quedarme más tiempo en esa torre. Esperé a acostumbrarme a esa claridad y me alejo unos pasos y miro a la torre. Esta hecha de piedra,la conozco, me suena. Es la torre que se divisaba desde el pueblo. Una torre no muy alejada de él y a la que nos habían prohibido acercarnos. Ahora creía saber el por qué.

Ya sabía donde estaba, más o menos, solo me quedaba ponerme en camino hacia el pueblo, mi casa para curar mis heridas y saber que había pasado realmente.

-¿De verdad piensas volver?

Me dí la vuelta y en la puerta, apoyado en el marco había alguien. Tenía el pelo blanco a excepción de las puntas que eran de color azul, al igual que su ropa. Un brazo lo tenía vendado. Y sus ojos de color ambarinos, uno de ellos con una cicatriz que lo atravesaba de arriba a abajo, mostraban frialdad.

-¿Quién eres?
-Eso ahora no te importa mucho.

Se acercó hasta mi.

-¿De verdad quieres pasar otra vez por lo mismo? Esta vez puede que no sean tan indulgentes.
-¿Qué quieres decir?
-Ellos te dejaron así y te encerraron en la torre.
-Eso...eso no es verdad.
-¿Cómo estas tan seguro?
-....
-No los conoces, y por lo que veo, tampoco te conoces a ti.
-¿A qué te refieres?
-Toma esto y descubre la verdad de la forma más dura.

Me dio un pequeño saco. Dentro había vendas, unas pomadas naturales, algo de comida, bebida y ropa.

-¿Y esto?
-No quiero que te pase nada antes de tiempo. Sígueme.

Entró en la torre, pero no le seguí, no me inspiraba confianza.

-¡Venga!-le escuché llamarme.

Entré, ¿qué tenía que perder?

Estaba esperándome apoyado en la pared.

-¿A donde vamos? ¿Aquí no hay más que donde estaba y la sala de torturas.

Se me revolvió el estómago al recordar la sala.

-Para los que lo desconocen solo hay eso, pero hay una sala más en esta torre.

Empujó un ladrillo sobresalía un poco más de la pared, y esta cedió dejando ver una habitación con varias comodidades. Había apoyada una guadaña negra con un león grabado en la unión de la hoja y la empuñadura.

-Siéntate, voy a ayudarte a vendarte las heridas. -Se fue hacia el armario y cogió un recipiente lleno agua. -Lávate las heridas y luego ponte la pomada.

Me lavé todo lo que pude y me puse la pomada. El tacto era frío, pero al entrar en contacto con la piel tras extenderla producía un efecto de calor bastante intenso. Tras ello me ayudó a ponerme las vendas que pronto se llenaron de sangre de las heridas que aún no habían sanado aún.

-Salgo para que te cambies.

Saqué la ropa, una chaqueta parecida a la que él llevaba, unos pantalones y unas botas.
Entró a los pocos minutos.

-¿Estás ya?

-Casi. -Cogí una de las vendas que habían sobrado y me la até alrededor de la cabeza a modo de parche tapando el ojo cosido. -Ahora sí.

-Entonces estas preparado para darte cuenta de lo poco que sabes. Espero volverte a ver pronto. Todo depende ti... -Sonrió y cogió la guadaña. -Un consejo antes de que me vaya. Si vas a ir, mejor hazlo de noche, no serías bienvenido.

Y se fue sin decir nada más.

Me quedé de pie sin saber que hacer. Finalmente me decidí a inspeccionar los libros de una estantería cercano. Los cogí  y me los llevé a la cama. Todos contenían una larga lista de nombre acompañados de una fecha, un número y un par de letras. No tenía ni idea que significaban y tampoco tenían un significado para mi.

Cogí el último. Estaba a la mitad, y el último nombre que figuraba era Bethlem.

-¡Mi nombre!

Miré la fecha, era la de hoy, o la de ayer, no sabía cuanto había pasado; el número era mi edad y las letras eran "DEM". Me sobresalté. Empecé a mirar todos los nombres, la mayoría tenia "JUI" escrito, pero había otras combinaciones.

Cogí otro de los libros. Este era una especie de diario donde detallaba datos sobre las personas que habían pasado por la torre. Pasé hasta la ultima página escrita. Esperaba encontrar mi nombre, pero no había nada. Dejé los libros en el suelo al lado de la cama y decidí descansar un poco hasta la noche.

2 comentarios:

  1. Vaya lolazo...Ahora estoy demasiado intrigator...

    ¡Exijo más de esta coconuda historia!

    ResponderEliminar
  2. Si todo va bien y tengo tiempo, el fin de semana habrá capítulo, pero no prometo nada. Me alegro que te guste :D

    ResponderEliminar